La primera ola del nuevo coronavirus no ha terminado en Estados Unidos, pero los expertos ya advierten que una segunda golpeará al país si la vuelta a la normalidad es demasiado repentina, o si se dispusiera a partir de mayo, como espera el gobierno de Donald Trump.
El debate se asemeja al que tuvo lugar en Europa, donde el gobierno español autorizó desde este lunes una reanudación parcial del trabajo, mientras el presidente francés, Emmanuel Macron, anunciaría una extensión de la cuarentena obligatoria más allá del miércoles.
Pero una gran diferencia es que el sistema federal estadounidense está altamente descentralizado y otorga plenos poderes a los gobernadores de los 50 estados, incluso si el presidente decidiera coordinar una estrategia nacional.
Tras medio millón de casos identificados, la tasa de infecciones en el país parece estabilizarse.
Estados Unidos "está llegando al pico" de la curva, dijo el director de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) Robert Redfield, el lunes por la mañana a NBC.
Ello no debería conducir, en su opinión, a suspender las reglas de distanciamiento social y de teletrabajo de la noche a la mañana.
La reapertura será "un proceso gradual, paso a paso, basado en datos", dijo.
El nuevo coronavirus, que causa la COVID-19, no habrá desaparecido tras el fin del confinamiento.
Una gran mayoría de la población habrá logrado evitar contraerlo y, por lo tanto, seguirá siendo susceptible a la contaminación hasta que haya una vacuna.
El objetivo de la primera fase era evitar que muchas personas se enfermaran al mismo tiempo y los hospitales se congestionaran. Pero el virus continuará circulando e infectando.
"¡Despierten, hasta el 50% de este país terminará infectado!", dijo el lunes a la cadena MSNBC Michael Osterholm, director del Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota.
Para el verano boreal, la proporción de estadounidenses infectados puede ser de entre 2% y 5%, señaló Scott Gottlieb, exjefe de la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) y asesor informal de Donald Trump, el domingo en CBS.
Las autoridades planean reabrir lentamente el grifo mientras monitorean un posible reinicio de la epidemia.
Los planes académicos y de expertos sobre cómo llegar a ese estadio abundan, pero la Casa Blanca aún no ha formulado ninguno.
Donald Trump incluso parecía molesto por las declaraciones de un científico que se convirtió en una verdadera celebridad durante la pandemia, Anthony Fauci, director del Instituto de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos y miembro de la célula de crisis de la Presidencia sobre coronavirus.
El investigador remarcó en televisión un hecho obvio: que el número de muertes (más de 22.000 hasta este lunes) podría haber sido menor si el país hubiera reaccionado más rápido.
El presidente, a la defensiva después de la publicación de investigaciones que confirmaron que había minimizado el riesgo de pandemia a pesar de las advertencias de sus servicios de inteligencia, retuiteó el domingo un mensaje con la etiqueta #FireFauci, "Echen a Fauci".
- "Al final del comienzo" -
Todas las hojas de ruta de los expertos dicen que deben realizarse mayor cantidad de pruebas y que debe haber más formas de rastrear los casos positivos y sus contactos, así como que los hospitales deben contar con mayor cantidad de camas.
Los investigadores de la Universidad Johns Hopkins estiman que el país necesitará 100.000 "rastreadores de casos", pagos o voluntarios.
Pero nada está en su lugar.
"Si abrimos todo el país el 1° de mayo, no hay duda de que habrá un repunte" de casos de COVID-19, advirtió en CBS Christopher Murray, director del Instituto de Evaluación y Medición de Salud de la Universidad Estatal de Washington, que maneja un modelo de referencia sobre la curva epidémica.
Quizás algunos estados puedan comenzar a mediados de mayo, pero otros no, dijo.
Lo peor no ha sucedido hasta la fecha, y existe el riesgo de dar una falsa impresión de victoria.
California y la costa oeste se confinaron relativamente temprano y evitaron el destino de otros estados, como Nueva York, Nueva Jersey, Luisiana y Michigan.
Incluso en Nueva York, epicentro de la pandemia, el gobernador dijo que estaba aliviado de que los médicos no hayan tenido que elegir a quién salvar y a quién abandonar a su suerte.
En Texas, se espera que el gobernador publique un cronograma para aliviar el confinamiento esta semana.
"No hay duda de que comenzaremos a reabrir de manera arriesgada. Es inevitable", dijo Scott Gottlieb, quien estuvo al frente de la Administración de Alimentos y Medicamentos Estados Unidos (FDA).
El experto imagina que gobernadores y alcaldes podrán autorizar a las empresas a retomar la actividad con la mitad de sus empleados, o que continúen confinando a los mayores de 65 años.
"Necesitamos un consenso nacional", insiste de todas maneras el epidemiólogo Michael Osterholm.
"Esto no puede hacerse gobernador por gobernador. No estamos en el principio del fin, sino al final del comienzo. El camino aún es largo".